jueves, 13 de febrero de 2020

Los libros también se leen en grupo

Mi vida en CDMX había sido muy intensa, ocupada, acelerada, magnífica, artística… tenía el trabajo ideal, iba a museos y al teatro, conciertos de mis artistas favoritos, los mejores eventos culturales, artísticos y deportivos, convivía con mi familia paterna, e hice grandes amigos. Sin embargo, el ritmo de vida no me permitía leer con tanta frecuencia. Pero el año pasado me vi en la necesidad de mudarme a Chiapas, esto me causaba temor e incertidumbre pues todo me parecía extraño y ajeno, incluso la gente que conocía. Así es que decidí retomar algunas actividades, como entrenar tenis, y buscar otras para hacer que mi regreso fuese más fácil de asimilar.

Fue así como conocí a “Lecticultores”, pero ¿qué es Lecticultores? Un club de lectura. Había escuchado hablar de estos clubs y nunca pensé que llegaría a formar parte de uno porque, como dice mi Abuela paterna, "soy muy mamona con mis gustos literarios" y me causaba conflicto leer algo que no hubiera sido elegido por mí (sí, alguna vez tuve conflictos en mis clases de literatura por eso), pero decidí arriesgarme a conocer esta dinámica. ¿Qué podía perder?

Mi primera reunión con ellos fue hace un año, el 13 de febrero de 2019, en la cafetería del Fondo de Cultura Económica “José Emilio Pacheco”, se discutiría “La tregua” de Mario Benedetti. Lo había leído un par de años antes y lo recordaba perfectamente y con gran nostalgia y cariño, pues fue una lectura muy especial, no solo porque una amiga muy querida y yo empezamos a leerlo el mismo día sin haberlo planeado, sino porque la edición que leí pertenecía a la vasta biblioteca de mi papá y tenía una bella dedicatoria de él para mi mamá de un año antes de mi llegada.

¡Qué agradable sorpresa me llevé esa noche! Me encontré con un grupo de gente de distintas edades y profesiones unidos por el gusto a la lectura. Admito que al principio me sentí un poco temerosa e insegura, pues no sabría si encajaría, pero rápidamente me di cuenta de que había llegado al lugar ideal, sintiéndome cómoda y acogida.

La conversación empezó a fluir fácil y cálida, me sorprendía el nivel de detalle con el que comentaban algunos elementos del texto, los datos que compartieron sobre el contexto de la novela y del autor, las diversas opiniones que el libro generó.

Sin darnos cuenta pasamos de “La tregua” a hablar de música, política, religión, deportes, matemáticas… opinamos, escuchamos, discutimos miles de temas, ideas, compartimos comentarios, debatimos siempre con respeto y tolerancia, acompañados de una buena taza de café o un delicioso y aromático té. Recuerdo que pensé emocionada: “¡Wow! Tengo tanto que aprender de ellos”.

Ah, sí, desde 2018 tengo una gran pila de libros pendientes por leer (algunos los compré, otros fueron regalos de cumpleaños), porque el año pasado leí 18, entre los propuestos por los miembros del club y algunos de gusto personal; reencontré y retomé mi ritmo de lectura perdido, me aventuré por géneros que no habría leído por mi cuenta y conocí nuevos autores, especialmente latinoamericanos, fue un año de descubrimientos literarios, un año que me ha regalado gente maravillosa que tiene tanto que aportar y enseñarme, gente muy valiosa con la que puedo compartir infinidad de gustos en común.

Y bueno, como era de esperarse después de vernos cada jueves, pasamos de hablar de libros a ir al cine, viajar algún de fin de semana por los alrededores, asistir a conciertos y obras de teatro, salir a cenar, tomar vino, y otras actividades que nos han permitido formar lazos fuertes y sólidos, hoy convertidos en amistad.

Lecticultores ha aportado tanto a mi vida, la llena de letras, de alegría, de momentos mágicos e inolvidables, se convirtieron en familia. ¡Gracias por este año, secta lectora! Los quiero.


María José


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