miércoles, 13 de marzo de 2013

Mi sentir, mi pensar sobre la tauromaquia


Antitaurinos:

Usualmente no me dirigiría a ustedes, pero debo expresarles mi sentir sobre las acusaciones que nos hacen. Y aclaro que mi objetivo no es tratar de convencerles de nada.

Es enfadoso ver que nos tachen de incultos cuando encuestas y estudios han demostrado que los taurinos son lectores en su mayoría, disfrutan y conocen el arte, sean niños, jóvenes, adultos.

Que se refieran a nosotros como asesinos, psicópatas, sádicos. Ante estas graves acusaciones, me pregunto: ¿conocen el significado de estas palabras? Entonces, Asesinos también los que trabajan en los rastros, los que matan animales para comer y asesinos todos los que comemos carne. Sádicos no, no vamos a la plaza a ver sufrir al toro, sino a verle luchar, entregar su vida en el ruedo, sea él o el torero.

¿Psicópatas? "com. pat. Enfermo mental que padece una psicopatía." "psicopatía: f. pat. Enfermedad mental, en especial la anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece como consecuencia de una adaptación al medio: psicopatía histérica.". No he conocido taurino alguno que presente alguna de estas características. Gente en perfecto estado mental asiste a las plazas de toros, con la capacidad de decidir si gusta o no del espectáculo y en su caso decidir si asiste o no. 

Que nos tachen de violentos (violencia. (Del lat. violentĭa). f. Acción y efecto de violentar o violentarse. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder. DRAE), cuando nuestro comportamiento demuestra lo contrario, pues ante sus insultos y agresiones físicas o verbales no respondemos. Mientras ustedes, en sus manifestaciones "pacíficas" agreden verbal y físicamente a todo el que asiste a una plaza, a todo el que gusta de la fiesta brava.

5 años de mi vida los dediqué a la docencia, trabajé con niños de primaria. En cada escuela conocí niños de diferentes clases sociales. Me tocaron niños que lo tenían todo y sin embargo los padres no les prestaban atención, niños huérfanos que debían que trabajar por las tardes a su corta edad para ayudar en casa, niños que eran golpeados por sus padres, niños a los que dejaban encerrados y amarrados como animales porque los padres trabajaban, niños violados por su propia familia.

Te puedo asegurar que un niño aprende y vive más violencia verbal y en ocasiones física, en su propia casa, en su escuela, en un estadio de fútbol, en la lucha libre, en el box, que en una plaza de toros. En una ocasión me tocó llevar a un niño con la cabeza abierta al hospital por jugar a las luchas.

He asistido a todo tipo de eventos en mi vida: deportivos, culturales, artísticos, musicales. He visto violencia en mi vida: desde una mujer golpeada por su marido, un niño golpeado por su padre con un cable, que dos hombres se agarren a golpes en un estadio de fútbol por no estar de acuerdo, dos borrachos pelearse, gente agredir a un animal, violencia física. Un maestro etiquetar a un alumno, hombres insultar a mujeres, faltarles al respeto, niños que gritan a sus mayores, ancianos y niños abandonados en calles o instituciones, violencia verbal y psicológica. Ante tales ejemplos, díganme ¿dónde entramos los taurinos?

Mario Vargas Llosa: 'Mis hijos fueron a los toros de pequeños y ninguno me salió cruel'

En una corrida de toros, haciendo a un lado su esencia artística, también se presencian valores que actualmente están en decadencia: Respeto al torero, al toro, a la afición y a los participantes. Valentía en el torero y todos los que se enfrentan al astado. Perseverancia. Tolerancia hacia los gustos de los demás. Justicia. SOLIDARIDAD ¿Has visto una cornada? como inmediatamente todos entran a apoyar al caído. Templanza. Fidelidad y Fortaleza. ¿Has visto como un torero, después de una cornada o una voltereta, se para y vuelve a torear?

Mi afición empezó por casualidad. A mi mamá le habían regalado boletos para ver al mejor rejoneador del mundo, a regañadientes fui. Pese a que siempre me había fascinado el traje del torero, no tenía idea de lo que vería. Asistí. Ver morir al primer toro me impactó, pero conforme la corrida avanzaba y me iba adentrando en ella, me cautivó. Desde ese momento la fiesta brava formó parte de mí. Se dieron nuevas corridas y asistí a todas, cada vez más enterada. Cada vez la amaba más. Poco a poco fui aprendiendo, leía, investigaba y preguntaba; y poco a poco fui conociendo a más aficionados. Y así llegué a formar parte de una peña taurina: "Peña Taurina Tauroarte", junto a jóvenes de diferentes estados de la república, fieles a la fiesta brava y defensores incansables y yo me siento orgullosa de apoyarles, porque mientras las nuevas generaciones la vivan, la disfruten, la fiesta de los toros no morirá. No tenía idea de que ese día conocería al torero que se convertiría en mi figura.

Un domingo, día de toros, tuve la visita de una amiga que se manifestaba en contra. En un momento de la tarde puse la corrida para ver cómo iba y ella en un principio dijo: ¡ay no, cámbiale! Antes de hacerlo, al ver como el torero movía el capote dijo: ¡Oohh, espera! Que interesante. Entonces, nos quedamos viendo la última faena de la tarde, lo que causaba en ella muchas dudas y curiosidad. Conforme avanzaba la faena del torero, ella me preguntaba que pasaba y le iba instruyendo. Al final, dos de los toreros salen a hombros y ella emocionada me dice: ¡Qué guapos están!, a lo que comenté: uno de ellos viene en 15 días. Se emocionó tanto y me pidió ir.

Compre los boletos y días antes de la corrida me pedía toda clase de información porque quería conocer, saber y entender lo que iría a ver. Me di a la tarea de compartir con ella fotos, vídeos, lecturas, platicarle de qué se trata la lidia del toro. Y así llegó el tan ansiado día.

Compramos claveles y fuimos a la plaza, llegando vimos a un grupo de antitaurinos que se empezaban a formar. Días antes habíamos leído que se juntarían en una manifestación "silenciosa y pacífica" vestidos de negro y con una vela.

Entramos a la plaza y vimos al rejoneador calentando con sus caballos. A los pocos minutos llegaron los matadores y bajamos a tomarnos una foto con ellos. Buscamos nuestros asientos y esperamos a que comenzara la corrida.

Suena la trompeta, suena el pasodoble, se escucha el "¡oléee!" de la afición en la plaza y da inicio el paseíllo.  Ese momento envuelve tantas emociones: ver a los toreros nerviosos caminar por el ruedo para saludar al juez, acompañados del pasodoble y el público emocionado por ver a su matador.

Sale el primer torero y mi amiga al principio estaba nerviosa. Mientras avanzaba la faena le iba explicando que pasaba, cuando llegó el momento de darle muerte al toro. Antes de ir a la corrida me había dicho que en algunas partes se taparía los ojos, y así lo hizo, pero justo antes de la estocada de muerte se destapa y con cara sorprendida observa. Pincha el torero y tiene que tirarse a matar de nuevo, ella observa detenidamente, cuando por fin la estocada entra y el toro al poco dobla, aplaude.

Viene el rejoneador, desde el momento en que se para a media plaza para recibir al toro a porta gayola, hasta el momento en que empieza su faena, ella estuvo quieta, a la expectativa. Me transmitía su emoción, su alegría cada que veía que el rejoneador acertaba con las banderillas, cada que el caballo toreaba al toro, cada que le libraba y cuándo bailaba el caballo al compás del pasodoble. Y llega la hora de que el toro muera. Se sabe que el rejón de muerte hace sangrar más al toro, eso me preocupaba en un momento, pero cuando lo ensarta certeramente el matador y el toro dobla y muere, ella no menciona el sangrado, si no la belleza de la faena.

El rejoneador se hace acreedor de dos orejas y da la vuelta al ruedo. Ella con sus claveles en la mano, corre hasta delante para saludar al torero y cuando pasa le lanza los claveles, él los recoge y los besa. Estaba contenta, aplaudía, se emocionaba. Y yo disfrutaba de compartir ese momento con una de mis mejores amigas.

Y así se siguió la corrida, hasta que los matadores salen a hombros. Los acompañamos y no acercamos a pedirles otra foto. Nos regalan una foto de uno de los matadores y pedimos que nos la firmara. Ella la guarda como un tesoro junto con su boleto.

Caminábamos de vuelta a mi casa, vivo cerca de la plaza, y en nuestro trayecto me dijo:

- Amiga, me ha encantado, estoy enamorada del rejoneador, de sus caballos. No entiendo como los antitaurinos hablan y agreden y no investigan. En ningún momento vi que el toro sufriera, ni siquiera me fijé en la sangre, veía al torero, como se movía, parecía que bailará. Ojalá los antis investigaran más, no saben lo que se pierden. Tu sabes que sufro por los animales, pero no lo hice hoy. Que mentirosos son los antitaurinos, como pueden decir que el toro está maltratado si sale con tremenda fuerza al ruedo. Ese no es un toro lastimado. ¿Violencia? He visto más violencia en un estadio de fútbol, no escuche que dijeran groserías en la plaza, no veo de donde los niños puedan afectarse.

Le platiqué de la vida del toro en el campo, de los cuidados y su alimentación, de que su carne se come. De cuándo se indulta a un toro, de cómo han muerto toreros a causa de una cornada y sobre esto comentó: ¿cómo pueden los antitaurinos desear la muerte de un humano ante un animal?; le respondí que no entendía.

Según la Biblia somos hermanos. Somos superiores a los animales por el simple hecho de tener conciencia, sentimientos, de poder pensar y tomar decisiones. Me llaman insensible, inconsciente, pero ¿no es eso también parte de desearle la muerte a un humano? ¿Tu hermano? El arte te despierta la sensibilidad.

Entonces antitaurinos, ¿no es ella un ejemplo a seguir? Investigó, leyó, comprobó para sí misma de que se trata la fiesta brava. Se quitó el tabú. Y ahora quiere ir a la Monumental, la más grande plaza de toros, La México.

Un cristiano me dijo alguna vez: Dios creo a los animales para que nos alimentáramos de ellos. Un animal aprende por instinto, no entiende de amor, no sabe de perdón, de odio. Los animales tienen un rol específico en la tierra, mantener el balance. Los carnívoros se comen a los herbívoros, los herbívoros a las plantas. El que comas carne te hace igual a mí, asesino, si por disfrutar de un buen corte lo soy. El toro vive como rey, mejor que muchos animales domésticos. Muere como tal, como un gran gladiador que será recordado por el torero, el ganadero, la afición.

Ignorante, sí lo soy, pues ignoró muchas cosas. Insensible, no, disfruto del arte en todas sus expresiones. Inculta, no, desde que nací formo parte de una cultura que se fue enriqueciendo con el paso del tiempo gracias a mi formación en familia, escolar y convivencia con los demás. Leo mucho desde los 12 años, toco marimba desde pequeña, hablo inglés y francés, aprendo japonés, he viajado al rededor de mi país y del mundo. No voy alardear de mí, pero ¿Esto hace de mí una persona inculta por disfrutar de la fiesta brava? "La fiesta de los toros es la más culta del mundo" García Lorca. Arte.

La tauromaquia es arte, que inspira al arte. El arte, la manifestación de sentimientos. ¿Qué sientes al ver una obra de tu pintor favorito? ¿Al escuchar una ópera en vivo? ¿Has pintado? ¿Has escrito? ¿Qué sentiste al hacerlo? Esos sentimientos que los artistas plasmaron en sus obras, el alma de éstas, es lo que el torero imprime en su faena. Te hace vibrar, te hace emocionar, sentir miedo, pasión, te hace llorar al verlo triunfar, la puerta grande a hombros atravesar. Son artistas, al bailar con el toro esa danza sensual contra la muerte, en la que a veces el torero pierde y se va como el héroe que fue. "Los toreros son los últimos héroes antiguos que nos quedan" José Saramago.

La tauromaquia ha inspirado a pintores, escultores, escritores, fotógrafos, músicos, arquitectos. La tauromaquia es imperfecta, como el arte, es estética. Premios Nobel en estas artes dedicaron obras a ella. Y como todo arte es subjetiva, pues es entendida de forma particular, cada individuo la aprecia de diferente manera, lo que me cause a mi Picasso puede no ser lo mismo que a ti. Y aquí entra la tolerancia. Entre taurinos sabemos respetar la opinión que le merece un torero a alguien más. Qué a mí me guste la música clásica no significa que deba hacer que a los demás les guste. "El arte sabe a arte" Morante de la Puebla.

Mis mejores dibujos son dedicados a los toreros. Una pequeña prima, 8 años, en sus clases de pintura se inspiró en la tauromaquia, en una torera: Mary Paz Vega. ¿Quién de atrevería a juzgarle por eso?

"Aunque a mí me interesen los caballos o las piedras preciosas, no puedo exigir que todos los demás tengan los mismos intereses que yo." El mundo de Sofía.

En el mundo del toro he conocido a gente muy culta, la más culta con la que he convivido. He conocido antitaurinos muy cultos y se limitan a decir que no les gusta, pero respetan. Y ellos mismos argumentan que las manifestaciones en las que los antitaurinos tratan de provocar con agresiones verbales y físicas, son intolerables.

Entonces, si a una corrida de toros llegan ustedes a manifestarse "pacíficamente" y nos insultan o arrojan cosas y nosotros simplemente pasamos de eso, ¿Quién es el violento?

En la última corrida que se llevó a cabo en mi ciudad los antitaurinos se reunieron para hacer una cadena humana, vestidos de negro, con una vela. Entre sus reglas para llevar a cabo este evento pedían que no respondieran a agresiones, que no fueran violentos, que se mantuvieran firmes. Sería una manifestación "pacífica y silenciosa". Los taurinos llegando a la plaza entrábamos sin fijarnos en ellos, pero terminado la corrida tuve la oportunidad de platicar con uno de los matadores y me dijo que a su arribo a la plaza los antitaurinos se abalanzaron a su camioneta acosándolo con sus pancartas y gritándole "asesino", "cobarde", entre otras cosas. Y pregunto de nuevo ¿Quiénes son los violentos?

Desde el momento en el que se presentan en las plazas están violando nuestro derecho de disfrutar de los toros.

Llamar a un torero cobarde es injusto. Quiero ver que cualquier antitaurino se le plante en el ruedo a un toro y haga lo que el torero. En una ocasión le pregunte a un matador que qué sentía cada vez que iba a torear y me contestó: miedo, mucho miedo. Pero eso no le hace cobarde. Todos por naturaleza sentimos miedo, ante lo desconocido, ante la adversidad. No enfrentaron a esos miedos es cobardía. Y el torero, sintiendo miedo, se enfrenta al toro hasta darle muerte.

Un ejemplo: Un novillero recibe una cornada de 10cm en el interior del gemelo izquierdo. Se tira a matar pese al dolor y la pérdida de sangre, no se queja, no muestra su dolor. La afición apenas se entera de la herida, su cara se está serena. Da la estocada entera, bien colocada, y entonces surge el dolor, lo cogen antes de que caiga, ha perdido sangre, tienen que llevarlo a la enfermería, es intervenido quirúrgicamente.

Yo antitaurino te pido respeto, respeto a mi gusto por la tauromaquia. Respeto al rey de la fiesta, a los toreros, a los ganaderos, a los niños que aspiran a ser toreros. Respeto a los novilleros que desean ser figuras. Respeto a los empleos que las corridas de toros generan. Respeto a los que se inspiran en ella para crear más arte. Respeto a los toreros que por decisión propia se juegan la vida en el ruedo. Respeto a todos los que participan en ella.

Respeta la vida del toro. Al pedir que prohíban las corridas de toros atentas contra la vida del animal, pides su extinción. No entiendo cómo siendo animalista prefieras ver extinta a una especie.

Entiendan que nada de lo que nos digan hará que dejemos de ir a las plazas, que dejemos de disfrutar de las corridas. Son parte de mí, muchos de los mejores momentos de mi vida los he pasado en los toros. No tienen idea de lo que se siente poder ver salir a hombros a tu torero, que tu torero bese un clavel y te lo regale, que entre toda la afición sea a ti a quien le obsequie la oreja que ganó tu torero. No imaginas lo que se siente escuchar tu pasodoble favorito sonar en la plaza, el olé de los aficionados que estremece tu piel.

Y es así, sin afán de hacerte cambiar de opinión y menos instruirte sobre el mundo del toro, como te comparto mi sentir, mi pensar.


Kira